Mientras que por una parte se mejora el hormigón, se tiene en cuenta la conductividad en materiales para proveer energía con el objeto de mejorar la polución visual y otras tendencias que ahorran en mantenimiento, uno de los procesos menos conocidos es el aprovechamiento de materiales que son difíciles de retornar a estado natural.
Tal el caso de los polímeros, para los cuales hay propuestas en todos los países, no sólo como materiales de construcción, paredes, muebles y otros, que a su vez deben contemplar procesos de combustión o toxicidad que a su vez son de lenta elaboración.
La producción del material reciclado que contiene polímeros o plásticos es una solución que mejora el aumento de desperdicios, pero es a su vez un elemento complicado para el uso, ya que requiere de reelaboración química para su reintroducción como material de construcción.
Del mismo modo, no hay que olvidar que el uso primario del material, botellas, contenedores y todo tipo de implemento ya contiene un proceso de transformación química en un producto que pertenece a la naturaleza, reconfigurado, sigue siendo un material no degradable.
Algunos podrían ver como esa cualidad a favor, otros en contra; del mismo modo, aunque el reciclado de ese material ayuda en lo de no aumentar la basura, continúa el problema del degradado.
Otro intento por mejorar las posibilidades de materiales de construcción se realiza en la ciudad de Córdoba, Argentina.
Córdoba es la mayor productora del mundo de maníes. La industria se denomina a sí misma, el oro cordobés. El maní con cáscara, de exportación, se calcula en unas 37 millones de toneladas en el mundo, que de la cual Córdoba es la mayor productora con una participación del 70 porciento del mercado.
Estas cantidades proponen un desperdicio del material de cáscara que cuenta con propiedades interesantes y a su vez que complejas. La cáscara de este maní, tiene una forma y consistencias adecuadas para preservar la semilla en condiciones de humedad, calor , frío, ataques de insectos y degradación del suelo que la hace adecuada para la construcción, pero también la convierte en un material que requiere condiciones de elaboración particulares, ya que está diseñado para resistir intervenciones externas, por lo que tampoco se usan agroquímicos ni fertilizantes en la siembra.
No es de extrañas entonces que se haya comenzado a explotar sus posibilidades, creando ladrillos, muebles y todo tipo de paneles para la construcción.
El material es natural, y lo único que ha requeridos es más o menos lo que ya existía en el mercado: un pegamento adecuado, con empatía química con el material, y un modo de prensarlo para darle la forma adecuada para la construcción.
Con ello se están construyendo techos, muebles, paredes con propiedades ignífugas, control de temperatura estable, resistente a impactos y a condiciones climáticas adversas, y quien sabe se pueda encontrar un modo de hacerlo conductivo, tal como los nuevos tipos de hormigón.
Liviano, fácil de trasladar y con ductilidad para darle forma, la cáscara de maní se presenta como un material constructivo con mucho futuro.
Desde la inmobiliaria Mazzei Propiedades, nos comentan que se espera que la industria mejore en cuanto a la posibilidad de fabricación masiva y que es uno de los mejores métodos de reutilización, ya que es material natural, no requirió de conversiones a materiales tóxicos como el plástico, ni de insumos energéticos excesivos además de contar con una degradación en tiempos que no afectan al ecosistema.
Estos ladrillos de cáscara de maní son económicos, ecológicos, con cualidades de control de humedad y afines con la naturaleza; made in Argentina, están en desarrollo experimental, las empresas desarrolladoras como la del empresario Mazzei Propiedades, señala el interés este tipo de propuestas.
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